Pasión por la militancia gremial
Carlos Quagliaro era hijo de italianos y vivía en Argentina. Junto a Amalia, su madre, decidieron viajar a Italia de vacaciones. Ignoraban el mal momento. Corría 1914 y el comienzo de la Gran Guerra era inminente. Su condición de argentino no le sirvió a Carlos como excusa para no ser obligado a formar parte del ejército.
Nogaredo del Prato es un
pueblo de la provincia de Udine, cerca de Venecia. Allí vivía Catalina Di
Benedetto. Su familia había enfrentado al fascismo y durante la guerra había
trabajado en un arsenal en el que fabricaban elementos para los soldados que
estaban en el frente.
La guerra unió a Carlos y
Catalina. Tuvieron tres hijos y luego de un tiempo, buscaron su lugar en
Argentina. Rosario fue el lugar que eligieron para que se criaran sus tres
hijos que habían nacido en Italia. Aquí, luego, nacieron Artemio y Héctor.
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En la década del veinte,
Argentina se encontraba en ebullición social. Las protestas obreras ganaban
espacio y movilizaban a los trabajadores. Una de las más significativas sucedió
en la provincia de Santa Cruz, en la que hubo una rebelión de obreros ante la
explotación patronal. Esta huelga fue reprimida ferozmente. Un oficial del
Ejército, el Teniente Coronel Héctor Varela, fue enviado con el Regimiento 10
de Caballería con ese propósito y el saldo fue atroz: entre 300 y 1500
trabajadores muertos. Esta lucha se conoció como “la Patagonia Rebelde”. En
esta coyuntura, en 1925, se funda la Asociación de Trabajadores del Estado
(ATE), sindicato que reunía a los obreros que estaban en relación de
dependencia o que prestaban servicios al estado nacional, a los estados
provinciales y municipios, entes autárquicos, entes públicos no estatales,
empresas estatales, sociedades de economía mixta, sociedades anónimas,
sociedades estatales y con participación de capital estatal, servicios de
cuentas especiales, y todo otro organismo centralizado o descentralizado en el
orden nacional, provincial, municipal o mixto. Representa, además, al personal
jubilado, retirado o pensionado, que haya trabajado en aquéllos (1).
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Héctor Quagliaro nació en 1933 y se crio en Barrio Belgrano, en la zona
oeste de la ciudad. A los 14 años ingresó a la Escuela de Aprendices, lugar en
el que se aprendían oficios como tornería, ajustador, marinería, maquinista,
carpintería y engrase. Luego probó con la universidad, en Ingeniería, pero
apenas cursó un mes. [Se especializó en carpintería ribera y luego lo
trasladaron a la calderería]. Se afilió a ATE desde muy joven y comenzó a
participar en la política gremial, algo que vino de familia. Su padre se abrazó
a la filosofía del radicalismo y en San Javier, se convirtió en un caudillo
referente de la zona.
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A base de muerte y
bombardeos, la llamada Revolución Libertadora derrocó a Juan Domingo Perón. Mil
novecientos cincuenta y cinco fue un año difícil para los argentinos y sus
libertades. La seccional Rosario de la CGT fue intervenida y la cúpula,
encarcelada o fugitiva. Un grupo de militantes convocó a un paro de 48 horas.
En el medio de una multitudinaria asamblea obrera, un chico de 18 años alzó la
voz pidiendo la adhesión al paro nacional. La moción se aprobó y Héctor -el
pibe en cuestión- fue abordado por militantes, quienes le pidieron que se sume
a las filas gremiales.
“Mi vida sindical empieza después del golpe
del 55. ATE era muy fuerte en el Ministerio de Obras Públicas. La conducción
nacional clandestina, conducida por dos dirigentes muy conocidos, Andrés
Framini y Luis Natalini, había convocado a un paro para el 3 y el 4 de
noviembre del ‘55. ATE estaba intervenida por la gendarmería y los compañeros
que habían vivido la mejor época decidieron hacer una asamblea. Nosotros éramos
jóvenes con poca experiencia y participamos (…) Como había conocido el
beneficio de nuestros derechos y quería luchar para recuperarlos, hice la
moción de adherir al paro” (3) .
En 1958 asumió la
presidencia el radical Arturo Frondizi. Restringido por el poder militar que
aún imperaba, intervino los sindicatos e implementó la ley 14.455 de
Asociaciones Profesionales, y se convocaron a elecciones en los mismos.
Así, en enero de 1959,
Héctor Quagliaro se convirtió en el nuevo secretario general de ATE Rosario,
cargo que renovaría dos años más tarde. En agosto de 1963, antes de finalizar
su segundo mandato, quedó al frente de la CGT Regional Rosario.
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“La situación en Rosario era la misma que atravesaba
todo el país. La industria y el puerto paralizados, cierre de fuentes de
trabajo, desocupación en aumento, salarios de hambre”, así comienza la entrevista que le realizó Rodolfo Walsh y que se publicó el 29 de agosto de
1968 en el periódico C.G.T. de los argentinos. Bajo la presidencia de Juan Carlos
Onganía, el sindicalismo no estaba en su mejor momento. La Confederación
General del Trabajo (CGT)), estaba al mando de Augusto Timoteo Vandor, quién
proponía pactar con el Gobierno, y hasta proponía un “peronismo sin Perón”.
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Las disputas dentro del
sindicalismo argentino crecían. Juan Roberto Horvarth era el Secretario General
de ATE y tenía fuertes vinculaciones con militares de la Marina, además de ser
un aliado del poder. Para Quagliaro no vendrían buenos tiempos. En 1976, con la
Dictadura Militar en el poder, la CGT designa como interventor al brigadier
Julio Porcile, quien, a su vez, envía a Horvarth y otros dirigentes al congreso
de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que se realizó en Ginebra,
Suiza. Para Quagliaro fue el quiebre, el punto de inflexión.
En el Congreso Ordinario que
se llevó a cabo en La Falda, Córdoba, Quagliaro realiza agudas críticas a la
conducción de Horvarth, quién no le permite seguir hablando. El dirigente
rosarino decide retirarse. A los pocos días, Quagliaro fue separado del cargo,
y luego expulsado de ATE. También fueron sancionados algunos jóvenes que
acompañaban al rosarino, como Víctor de Gennaro y Germán Abdala. Estos
incidentes fueron la semilla del comienzo de la recuperación.
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“Estamos abriendo
un cauce para que lo transiten miles de compañeros que aún no conocemos”, decía
Héctor Quagliaro allá por diciembre de 1977. Se refería a la formación de la
joven Agrupación Nacional Unidad Solidaridad de ATE (ANUSATE) que poco tiempo
después recuperaría a la Asociación Trabajadores del Estado de manos de una
burocracia complaciente con la dictadura cívico militar que
azotó a la Argentina entre 1976 y 1983. Con De Gennaro y Abdala, Quagliaro tomó
impulso como nuevo desafío. Con dificultades y riesgos por la coyuntura del
país, Quagliaro y sus compañeros recorrieron ciudades y provincias en las que
tenían aliados.
Entusiasmados y
comprometidos, convocaron a un primer plenario en febrero de 1977. El mismo se realizó en Nazareth,
instalaciones que pertenecían a la Iglesia de la Santa Cruz, la misma en la que
se infiltró el exteniente naval Alfredo Astíz, para “marcar” a quienes serían
luego secuestrados por los tristemente célebres Grupos de Tareas. Las monjas
francesas Alice Dumon y Sor Leonie Duquet, y Azucena Villaflor, primera presidenta
de Madres de Plaza de Mayo, fueron algunas de las víctimas.
“Nuestro accionar no estuvo
caracterizado por construir un aparato sindical - partidario. Sumamos y se
sumaron compañeros de diferentes historias y pensamientos, porque lo que unía
era el accionar democrático y transparente, y un programa que fijaba propuestas
y objetivos con absoluta claridad y del cual fuimos celosos custodios y
practicantes. Vale repetir que nuestro accionar estaba direccionado a recuperar
el gremio desde la militancia social de los trabajadores, lo cual hacía
necesario no incorporar factores metodológicos que respetábamos, pero que no
eran parte de nuestra propuesta. No era solo reclutar ‘cuadros’ sino
trabajadores, ni colisionar con quienes optaron por las agrupaciones armadas
que tenían un accionar diferente al nuestro, pero unidos en la concepción
‘revolucionaria’ de los trabajadores y el pueblo” (5).
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Con la recuperación de la
democracia, comenzó el proceso normalizador de los sindicatos. Se constituyeron
Juntas Electorales en la que participaban todas las listas, como también las
líneas internas de cada gremio. Y en
1984, llegó el momento. Luego de una larga pelea, la Lista Verde pudo romper
con el movimiento residual manejado por Horvarth y se impuso en las elecciones.
En 1987 fue elegido
secretario General de ATE, cargo en el que fue reelecto hasta el año 1999. Ya
en 2003 fue nombrado presidente del Centro Nacional de Jubilados de ATE y de la
Federación de Jubilados de CTA. El Concejo
Municipal lo nombró Ciudadano distinguido en el 2006 "por su compromiso en
la defensa de las libertades democráticas, los derechos del movimiento obrero
de nuestra región y su contribución al movimiento popular de nuestro
país".
Héctor Quagliaro murió el 25
de enero de 2010. La llama de su lucha y recuerdo en el movimiento obrero sigue
más encendida que nunca.
Referencias
Referencias:
-Armelino, Martín, Confrontación interna en ATE: una
aproximación a la formación de ANUSATE (En línea: https://www.aset.org.ar/ congresos/8/pdf/07058.pdf)
-Di Tella, Torcuato S., Perón y los sindicatos, Buenos
Aires, Ariel, 2003.
-Socolsky, Claudio, El adiós a un luchador infatigable,
Página 12
-Entrevista a Héctor Quagliaro, https://www.youtube.com/watch? v=vSs_hdLQPIQ
-Historia de un militante, https://www.youtube.com/watch? v=sfo-ZM3jzao&fbclid= IwAR36nnkJzEFKNotUhV1WmTv08gLg x_Jupq-R1vl-XdQDnUA4j4tos- 9KDdM
-Ojeda, Hugo Alberto, Héctor Quagliaro: La vida de un
rosarino en la hisotira del movimiento obrero.
S/d
-Entrevista con Leticia Quagliaro, hija de Héctor Quagliaro.
Notas:
(1) Armelino, Martín, Confrontación interna en ATE: una aproximación a la formación de ANUSATE
(2) Di Tella, Torcuato S., Perón y los sindicatos, Buenos Aires, Ariel, 2003. Página 307
(3) Entrevista con Hugo Alberto Ojeda
(4) Íbid
(5) Íbid
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